Si bien todo se está manejando con hermetismo trascendió que durante el fin de semana un preso abusó sexualmente de otro en el pabellón 1 del Establecimiento de Ejecución Penal N° 2 de Roca.
Mientras la fiscalía trabaja en el caso y se esperan las pericias médicas forenses, trascendió que el clima dentro de la ex alcaidía es de extrema tensión.
Primero había trascendido que los agresores serían un grupo de internos lo que fue desmentido luego y la denuncia solo involucraría a otro preso como autor del abuso.
La fiscalía se limitó a brindar pocos detalles por razones de reserva de la causa, aunque confirmó la existencia de esta denuncia.
Habría hecho un boquete
Fuentes vinculadas a la investigación señalaron que el presunto abusador para llegar hasta el sector donde estaba alojada la víctima habría realizado un tunel o un boquete para atravesar los muros.
Se supo que el detenido que efectuó la denuncia está preso en el por haber cometido distintos robos en comercios y propiedades privadas. Además de la causa judicial, a nivel penitenciario ya se inició una investigación interna para determinar con precisión lo sucedido.
Según se pudo saber la motivación detrás del ataque no respondería a una venganza personal, sino que se trataría de una metodología para acumular poder dentro del mismo contexto penitenciario.
Los códigos tumberos que obstaculizan la investigación
Si bien la fiscalía se encuentra a la espera de los resultados de las pericias médicas forenses, que serán clave para confirmar el ataque sexual, la investigación presenta grandes dificultades.
Una de las principales barreras es el silencio que impera dentro de la comunidad carcelaria. Los «códigos tumberos» dificultan la obtención de testimonios directos sobre lo ocurrido. Los internos que se atreven a hablar sobre hechos como este son estigmatizados y considerados “buchones”, lo que, en la jerga penitenciaria, significa un destino de represalias mucho más severas.
En la jerarquía interna de las cárceles, los prisioneros manejan un sistema de normas no escritas, en el que el denunciar a otro está penado con una violencia extrema, tanto física como psicológica. Estas reglas internas complican el accionar de la Justicia, que depende, en muchos casos, de la colaboración de quienes viven en ese entorno para esclarecer los hechos.
A su vez, se sabe que, dentro del establecimiento, los internos adoptaron una postura de recelo, y la tensión se mantiene alta desde el sábado pasado.