La reconocida periodista y escritora Beatriz Sarlo murió en la madrugada de este martes a los 82 años. Según se informó, permanecía internada desde hace tres semanas en el Sanatorio Otamendi, ubicado en la ciudad de Buenos Aires, luego de sufrir un ACV.
Durante su extensa y prolífica carrera en el ámbito literario cosechó numerosas distinciones y premios como, entre otros, el Kónex de Platino y el Premio Pluma de Honor de la Academia Nacional de Periodismo de la Argentina.
El velatorio se realizará en el CeDInCI (Centro de Documentación e Investigación de la Cultura de Izquierdas), Rodríguez Peña 356, este martes, desde las 19 y hasta la medianoche. El cortejo fúnebre saldrá hacia el crematorio del cementerio de la Chacarita a las 9 de mañana, miércoles.
Sarlo fue un emblema de la cultura argentina y una lúcida analista de coyuntura social y política.
Estudió literatura en la Universidad de Buenos Aires (UBA) y comenzó su carrera vinculada al análisis cultural y a la crítica literaria. Fue cofundadora en 1978 de la revista Punto de Vista, una publicación clave en la resistencia intelectual durante la última dictadura cívico-militar argentina (1976-1983). Fue parte de una camada de profesores que volvió a la Universidad con el fin de la dictadura como, entre otros, Josefina Ludmer y Ramón Alcalde.
A lo largo de su trayectoria, publicó libros esenciales como Una modernidad periférica (1988), Escenas de la vida posmoderna (1994) y La pasión y la excepción (2003), donde combina análisis literario, político y cultural. Su obra explora las tensiones entre tradición y modernidad, así como el lugar de la Argentina en un mundo globalizado.
El contrapunto con Barone: “¡Conmigo, no!”
Beatriz Sarlo fue una crítica abierta del kirchnerismo, una postura que marcó varios de sus debates mediáticos. Uno de los más recordados ocurrió en 2011, cuando participó del programa de televisión 6,7,8, conocido por su postura oficialista al entonces gobierno de Cristina Kirchner. Allí, mantuvo un enfrentamiento verbal con el periodista Orlando Barone, quien intentó interpelarla sobre su supuesta “falta de compromiso con el pueblo”.
Sarlo respondió con firmeza: “Yo no discuto con militantes, discuto con intelectuales”, dejando en claro su rechazo al discurso de adhesión acrítica al gobierno. Ese cruce se convirtió en símbolo de la polarización ideológica de la época.