Dolores Noemí López Candal de Rigoni, conocida como “Lolín”, caminaba despacio y media cada paso, pero lo hacia con la misma convicción que la acompaña desde hace 48 años, cuando comenzó a reclamar por hijos y nietos desaparecidos durante la última dictadura militar.
Lolín fue la última Madre de Plaza de Mayo de Neuquén. El pasado 8 de mayo cumplió 100 años.
Su vida estuvo marcada por el dolor: el asesinato de su hijo Roberto durante la dictadura, la pérdida de su esposo Helvecio Alberto “Toto” Rigoni y de su otro hijo Ricardo. Este año tampoco la acompaña su amiga Inés Ragni, la otra Madre neuquina fallecida en 2024, ni su marido Oscar.
Sin embargo, detrás de su aparente fragilidad, familiares y amigos destacan que mantiene la lucidez y la fuerza de siempre, la misma que la llevó a reunirse por primera vez con otras Madres el 30 de abril de 1977 y a encabezar el primer acto de protesta en Neuquén en agosto de 1980.
Una historia ligada a Neuquén
La familia Rigoni llegó a la provincia en 1965, cuando “Toto” decidió radicarse tras conocer la ciudad en sus viajes laborales desde Bahía Blanca. Como tantas otras familias, buscaban un futuro en la Patagonia, sin imaginar que Neuquén sería también escenario de su lucha y resistencia.
Lolín Rigoni representaba no solo la memoria de su propia familia, sino también la de miles de desaparecidos, manteniendo vivo un reclamo que atraviesa generaciones.
